El primer paso a dar es tomar consciencia de lo que está sucediendo. Darnos cuenta de qué es lo que nos lleva a ingerir algo dulce o un alimento determinado, es un paso para enfrentarnos al problema.
Una medida rápida: cambiar el sabor
Si ya hemos comido suficiente y sentimos que no podemos detenernos, un buen camino es buscar un alimento diferente que no nos produzca la misma sensación y además que sea sano, por ejemplo, frutas, verduras, jugos sin azúcar.
Tener pequeñas porciones en casa o en tu trabajo, sin duda ayudará a controlar esta tentación y luego no compres golosinas en la calle o a la subida del metro, ni siquiera son buenas para tus sobrinos.
Si logramos reconocer que queremos comer porque nos sentimos mal, aburridos o solos, podemos intentar buscar una forma más saludable para hacer frente a estas emociones y canalizarlas para nuestro beneficio.
Debemos elaborar una lista de actividades que nos relaje, como por ejemplo, salir a caminar, darnos un baño, hablar o visitar a una amiga, leer un buen libro, o lo que a ti te guste más y cuando lo hagas por favor, DISFRUTALO.
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